LA SENDA DEL HAGIN ( TEJO )

Antoñana es un pueblo auténticamente medieval, fundado por Sancho el Sabio en 1182,tiene una muralla de 1,30m de espesor y hasta 12 metros de altura, hoy en día se ha convertido en nuevas casas adosadas a ella con ventanas y balcones que perforan dicha muralla, torreones cilíndricos y cuadrados, arcos antíguos y unas calles que paseando por ellas parece que estás en la Edad Media.
Desde Antoñana se pueden hacer bonitas excursiones, como subir al Hornillos, al Soila y al San Cristobal, tres montes de más de 1000 metros; pequeños y grandes recorridos a pie o en bicicleta. Entre éstos recorridos Karmina y yo el sábado pasados hicimos la ruta de la senda del Hagin. Esta senda comienza cerca del nuevo cartel de interpretación, en la que se encuentran dos vagones de tren en recuerdo del antiguo ferrocarril Vasco Navarro y se interna en el Parque Natural de Izki. Nos internamos por un camino que a veces se hace senda, pero fijándonos en un pequeño círculo de color amarillo que está por algunos árboles y que nos señala la ruta a seguir. Tambien hay paneles informativos, que señalan la senda del Hagin.
El camino por el Parque de Izki es precioso, pues pasamos por un aunténtico desfile de todas clases de árboles,Castaños,Robles, Quejigos, Hayas, Acebos, Bog, Avellanos, Espino Albar, Fresnos,etc. El camino tiene sus buenas cuestas pero al final llegamos a nuestro destino que no es otro que el coloso de esta zona: un Tejo centenario entre el cascajal, de un diámetro de 5,48 metros, una altura total de 23,81 metros y un diámetro de copa de 18 metros. Eso de que en media hora se sube como ponía en internet, será en bici, porque casi está en las faldas del Soila y con un buen desnivel, en algunos sitios han hecho como escaleras (en un tramo de ellas hay una soga atada para ayudar a subir).Con el suelo mojado será un poco peligroso. A nosotros nos costó algo más de 2 horas ida y vuelta.
Comimos en el monte y dimos un paseo por Antoñana y sus alrededores y cogimos el autobús de las cinco para Vitoria.
Nos hemos dado cuenta que todavía podemos subir cuestas.
EL TEJO, según RAZIER, siglo XIX: "Dícese que este árbol gusta de los sitios agrios y elevados, donde crece naturalmente. Yo creo más bien que prospera en cualquier terreno, que éra muy común en otro tiempo en toda Francia, pero que poco a poco lo hemos ido destruyendo, y que si existe hoy en los parajes agrios y lejanos o en las rocas escarpadas es por no haberlo podido cortar".